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Un extrabajador acusa a Facebook de ser tan adictivo como el tabaco

El exdirector de monetización de Facebook, Tim Kendall, ha dicho públicamente que fue responsable de hacer que la red social fuera tan adictiva como el tabaco, y le preocupa que esta pueda ser igual de perjudicial para sus usuarios.

En una reciente declaración ante el Subcomité de Protección al Consumidor y Comercio de la Cámara de Representantes, Kendall acusó a Facebook de «diseñar algoritmos que han facilitado la propagación de desinformación, fomentado la retórica divisiva y sentado las bases para una crisis de salud mental».

«Tomamos como base una página del manual de estrategia de Big Tobacco con la idea de hacer que, al comienzo, nuestra oferta fuese adictiva», expuso Kendall en varias anotaciones presentadas a los legisladores antes de la audiencia. «Los servicios que otras personas y yo hemos construido durante los últimos 15 años han servido para hacer trizas a la gente con una velocidad e intensidad alarmantes. Como poco, hemos mermado nuestro entendimiento colectivo; en el peor de los casos, me temo que nos estamos abriendo paso hacia una guerra civil».

Otro extrabajador que carga contra la compañía

Kendall, que ahora es CEO de Moment, una app de gestión del tiempo, se unió a Facebook como su primer director de monetización en 2006 y permaneció en el cargo hasta 2010. Kendall ha dicho que inicialmente pensó que sus funciones ayudarían a equilibrar el interés de Facebook en los beneficios monetarios con el bienestar de sus usuarios, pero que Facebook estaba interesada en sus ganancias más que nada.

«Deseamos extraer la mayor atención humanamente posible y convertirla en ganancias de una forma históricamente sin precedentes», declaraba Kendall.

En su declaración, Kendall le explicó a los legisladores que el algoritmo de Facebook premia el contenido impactante y la retórica divisiva para evocar respuestas emocionales extremas de los usuarios con el fin de mantener su atención y generar más ingresos publicitarios.

«Estos algoritmos han resaltado lo peor de nosotros. Han reconectado nuestro cerebro para que estemos separados de la realidad e inmersos en el tribalismo», dijo.

Kendall no es el primer extrabajador de Facebook en poner sobre la mesa ciertas preocupaciones sobre la capacidad de la plataforma para sembrar la división social. Un ingeniero de Facebook renunció el mes pasado como protesta, acusando a la compañía de «beneficiarse del odio». Hace poco, una investigadora de datos despedida de Facebook escribió un memorándum acusando a la compañía de no dirigir suficientes recursos para luchar contra la desinformación.

Facebook también se las ha tenido que ver con campañas de activistas que instaban a la compañía a combatir con mayor contundencia la desinformación y el discurso de odio. Más de 1.000 empresas se unieron este verano a un boicot de anunciantes a la red social liderado por activistas especializados en derechos civiles. También, el pasado mes, varios influencers organizaron un día de protesta «por el discurso de odio que existe en Facebook e Instagram».

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Demócratas y republicanos critican el papel actual de las redes sociales

En la audiencia, los legisladores declararon que la propagación de la desinformación en Facebook podría desembocar en una futura regulación gubernamental estadounidense de todas las redes sociales.

«Impulsadas por el provecho y el poder, y ante un daño evidente, estas megaempresas han convencido con éxito a gobiernos de todo el mundo para que, esencialmente, les dejen hacer lo que quieran. Este tipo de tecnología ha ayudado a dividir nuestras naciones y ha avivado el genocidio en otras», dijo la representante Jan Schakowsky, del partido demócrata en Illinois, que preside el Subcomité de Protección al Consumidor y Comercio de la Cámara de Representantes.

«La libertad de expresión está, cada vez más, bajo ataque», decía en el subcomité Cathy Rodgers, la representante del partido republicano en Washington. «Estoy sumamente preocupada cuando las plataformas aplican políticas de moderación del contenido inconsistentes para sus propios fines. No hay un ejemplo más claro de una plataforma que usa su poder para fines políticos que Twitter, «marcando» al presidente Donald Trump» (una situación que ya comentamos hace unos días en este artículo).

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