Como parte de la feria CES 2021, la compositora y DJ profesional Reah Kemm presentó algunas de las novedades de la marca LG, en concreto los robots desinfectantes LG CLOi UV-C y los portátiles LG Gram. Su estilo casual, sus gustos (está deseando que vuelva la normalidad para poder retomar su pasión: viajar) y la sudadera que vestía, con el lema «Stay Punk Forever», parecían indicar que su imagen y su discurso estaban diseñados por un equipo de marketing siguiendo la serie de tópicos que definen al influencer. Pero en realidad, lo que estaba completamente diseñado era ella misma.
Reah Kemm es solo una más entre los influencers virtuales, las creaciones ficticias que algunas compañías han lanzado a las redes sociales como estrategia para transmitir sus mensajes a la audiencia. Puro marketing aspiracional: los influencers virtuales son una suerte de versión refinada de los influencers reales, pero no pueden dejar de ser perfectos, porque los han programado así.
Lil Miquela, la reina de los influencers virtuales
Este fenómeno no es nuevo, mi mucho menos. El primer gran éxito mundial en este campo fue Lil Miquela, personaje creado por Trevor McFedries y Sara DeCou, y perteneciente al estudio Brud, liderado por McFedries y que se ha especializado en la creación de personajes digitales.
Miquela llegó a Instagram el 23 de abril de 2016, presentándose como una modelo adolescente nacida en Downey, California. Desde entonces su carrera ha sido fulgurante: cuenta ya con 2,9 millones de seguidores, ha trabajado para marcas de moda y lujo y ha posado en sus fotos con estrellas internacionales como Diplo o Rosalia. En su cuenta la hemos oido hasta cantar. Se ha declarado alguna vez a favor del activismo social (al fin y al cabo hay que conectar con los valores del público al que te diriges), y se permite el lujo de posar sin mascarilla junto a los famosos, suponemos que porque es inmune a la COVID-19.
Otros casos de éxito… y fracaso
Miquela no es el único caso de estrella ficticia que consigue millones de seguidores. Noonoouri es una activista vegana que se caracteriza por tener rostro de personaje manga.
Shudu es una supermodelo que se ha echado como novio al igualmente virtual e impresionante Kofi.
Pero, en realidad, los casos de éxito no son tantos. El primero intento en España de crear uno de estos personajes llegó con David, obra de la agencia de H2H. Su cuenta de Instagram, @backpackingdavid, en la que se define como soñador y viajero, no se actualiza desde septiembre de 2019, así que su periplo digital no ha tenido la repercusión esperada.
De todas maneras, se trató de una iniciativa innovadora en nuestro país de parte de una agencia que ya había sorprendido con un interesante experimento: la creación de una influencer ficticia, interpretada por una actriz, para la que compraron seguidores y que comenzó en seguida a recibir ofertas de marcas para promocionar sus productos. Una interesante historia contada en el canal de YouTube de la agencia.
Tendencia congelada
Probablemente fue durante 2019 el momento en el que las agencias de marketing auguraban un mejor futuro para los influencers virtuales. Algunos expertos consideraban que serían más fiables que los influencers reales, ya que trabajan 24/7, no son caprichosos y están a salvo de los escándalos que pueden sufrir los influencers de carne y hueso.
Pero la tendencia no ha crecido: los ejemplos de éxito siguen siendo pocos y, además, crear personajes creíbles exige equipos humanos detrás cada vez más extensos, que incluyen creativos, diseñadores, programadores, artistas 3D o fotógrafos.
¿Un canon demasiado perfecto?
No obstante, su mera existencia puede servir de reflexión sobre la huella que deja el marketing en los consumidores. No hay influencer virtual que no sea joven, delgado y guapo, que no tenga una vida perfecta y que no sea romántico, viajero y soñador hasta límites que van más allá de lo humano.
Esta estilización del cuerpo y el modo de vida no es, ni mucho menos, exclusiva de los influencers virtuales. Se vive también en videojuego y redes sociales a través de los avatares virtuales. Recientemente, comentábamos que el streamer español TheGrefg batía el récord de espectadores en Twitch con la presentación de su avatar para el juego Fornite. Un personaje de aspecto de superhéroe, como todos los que habitan el juego.
Entre los avatares virtuales que nos representan en redes sociales, raramente hay viejos, gordos o feos. Como decían los Punsetes, «La gente es tan feliz en los anuncios
Sonríen como si fuera el fin del mundo», y el mundo digital nos permite librarnos de las imperfecciones de la vida real. Lo que no está tan claro es cuáles son las consecuencias de tanta perfección cuando salimos de él.