Las acciones de ByteDance, la empresa matriz de la exitosa aplicación de vídeos cortos TikTok, se cotizan ahora por un valor de más de 250.000 millones de dólares en el mercado secundario, según fuentes consultadas por Bloomberg. Las acciones de la compañía cotizaban hace solo un mes a un valor de 200.000 millones de dólares aproximadamente en transacciones privadas, según declaró una de las fuentes consultadas. Con un valor de 250.000 millones de dólares, ByteDance es ahora más valiosa que grandes compañías internacionales como Coca-Cola.
El valor de la startup con sede en Beijing ha aumentado en las últimas semanas a medida que los inversores han ido ganando una mayor confianza en el negocio, y su fundador, Zhang Yiming, sopesa las opciones para una oferta pública inicial, según declararon las fuentes consultadas, que comentaron que las transacciones son aún privadas. ByteDance fue valorada en 140.000 millones de dólares durante su última recaudación de fondos, según CB Insights.
El rival más pequeño de ByteDance, Kuaishou Technology, salió a bolsa en febrero en Hong Kong ante la gran demanda por parte de los inversores. Sus acciones se duplicaron desde su precio de salida a bolsa y su valoración se situó por encima de los 140.000 millones de dólares. Ese rendimiento puede estar provocando una reevaluación de la situación por parte de la empresa matriz de TikTok, y algunos inversores pidieron recientemente el equivalente a una tasación de 350.000 millones de dólares para vender sus acciones, según las fuentes consultadas.
«ByteDance es una de las pocas compañías de Internet líderes en China que aún no ha salido a bolsa, una con un buen crecimiento comercial, talento y productos», dijo Shawn Yang, director gerente de Blue Lotus Capital Advisors. «Esto es algo que buscará el dinero especulativo».
ByteDance, una de las empresas con mayor éxito de los últimos años
Zhang, quien fundó ByteDance en 2012, ha demostrado la rara capacidad de crear servicios de éxito que compiten de tú a tú con gigantes como Tencent y Alibaba, las dos megacorporaciones más grandes de China y dos de las más grandes del mundo. Su primer gran éxito fue el servicio de noticias Toutiao, que desde entonces ha sido eclipsado por TikTok, y Douyin, la versión gemela de TikTok para el mercado chino. Los ingresos de la empresa aumentaron hasta unos 35.000 millones de dólares el año pasado.
ByteDance contrató hace pocos días a Chew Shou Zi, de Xiaomi, como su director financiero, lo que generó varias especulaciones sobre los planes del gigante de las redes sociales de salir a venta pública. Chew supervisó la oferta pública inicial de Xiaomi como director de finanzas hace más de dos años, aportando así a ByteDance un director de finanzas experimentado que tranquilizaría a los inversores. Chew supervisó también la expansión internacional de los móviles de Xiaomi antes de su salida de la compañía.
La compañía se enfrenta a varias regulaciones gubernamentales
ByteDance tuvo un encontronazo el año pasado con la administración del expresidente estadounidense Donald Trump, que prometió obligar a la compañía china a vender TikTok a una empresa estadounidense debido a las sospechas de que la empresa compartiera los datos de los usuarios estadounidenses con el Gobierno chino (algo que ha sido prácticamente descartado por el último estudio hecho por Citizen Lab). Pero la administración Biden ha dicho que reevaluará la situación, abriendo la puerta a que ByteDance conserve parte o la totalidad del negocio en territorio estadounidense.
Pero la crisis regulatoria de la compañía no acaba ahí. Además del conflicto no resuelto con Estados Unidos para forzar una posible venta de TikTok, los reguladores de Beijing empezaron hace meses a tomar fuertes medidas contra los poderosos gigantes tecnológicos del país.
El presidente Xi Jinping advirtió en marzo que el Gobierno chino irá tras este tipo de plataformas que han acumulado durante estos años grandes cantidades de datos y poder de mercado. Beijing estaría considerando, según las fuentes consultadas, la creación de una entidad respaldada por el Estado que supervisaría los lucrativos datos que las empresas tecnológicas recopilan de los clientes.
