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El euro digital: ¿el fin del dinero en efectivo?

Otra de las millones de consecuencias, no necesariamente negativas, que la crisis de la COVID-19 ha traído consigo ha sido el aumento de los pagos con tarjeta frente al efectivo. A pesar de que no se han encontrado evidencias de que el virus pueda contagiarse a través de la manipulación y el intercambio de monedas y billetes, es por todos conocido que el dinero en efectivo es el rey en lo que a suciedad se refiere. Si bien es cierto que el plástico de las tarjetas tampoco se libra de acaparar gérmenes, al menos es más fácil de desinfectar.

En cualquier caso, dentro de todas esas medidas que -al margen de las obligatorias a nivel general- los ciudadanos han ido estableciendo como rutinas seguras se encuentra la sustitución del dinero físico por las tarjetas de crédito o débito. Tal y como señala un estudio realizado por la consultora Nielsen, el uso del plástico en España ha ascendido desde el 38,5% al 54,1% según los datos acumulados de marzo a mayo, los primeros meses del confinamiento. En cuanto al pago en efectivo, el estudio sitúa la cifra en el 45,5%, un valor inferior al de antes de la pandemia (61,2%).

Bajo esta coyuntura, el Banco Central Europeo (BCE) se encuentra trabajando en el desarrollo de una divisa digital europea: el euro digital. Desde ayer, 12 de octubre, el organismo tiene abierta una consulta pública cuyos resultados servirán de guía para decidir a mediados de 2021 si finalmente lanzan o no el proyecto.

El euro digital, tal y como advierten desde el BCE, «sería un complemento del efectivo, no un sustituto». La emisión de dinero físico, por tanto, no se paralizaría, a pesar de que la creencia popular al pensar en un futuro no muy lejano es que este dejará de fabricarse en algún momento. Desde el organismo europeo aseguran que este formato será accesible para todos los ciudadanos y empresas y se utilizará «de manera rápida, simple y segura», tal y como ocurre actualmente con el papel.

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Divisas digitales propias frente a las criptomonedas

Atendiendo a la expansión del uso de las criptomonedas como método de pago, el Banco Central Europeo ha visto la necesidad de proteger el euro frente a estas divisas virtuales. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, refuerza esta idea afirmando que «el euro pertenece a los europeos y nuestra misión es salvaguardarlo y garantizar la confianza en el dinero», pero dada la prevalencia de lo digital en todos los ámbitos actualmente «debemos estar preparados para emitir un euro digital si fuera necesario».

La Unión Europea no ha sido la primera en esta carrera tecnológica de la banca, ya que países como Rusia, China o Estados Unidos ya se encuentran trabajando en la implementación de divisas virtuales propias para luchar contra el auge de las criptomonedas. En el caso del país soviético, su presidente Vladimir Putin reguló el pasado verano a través de una ley el uso de criptomonedas, prohibiéndolas como medio de pago a partir del año 2021.

China inició el pasado mes de abril las pruebas de su yuan digital en varias regiones del país, proyecto al que el gigante asiático ya llevaba dándole vueltas desde 2014. Por su parte, Estados Unidos aún no ha comenzado -que sepamos- los ensayos de un dólar digital, pero sí ha mostrado interés en hacerlo para no quedarse atrás.

El organismo europeo encargado de la circulación del dinero presentó el pasado mes de septiembre una solicitud de información para la marca ‘euro digital’ ante la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO), por lo que los trámites para la incorporación de esta nueva divisa a las transacciones europeas se encuentran definitivamente en marcha. Su instalación en nuestras rutinas financieras, aunque ahora se antoje lejana, probablemente llegue antes de lo que imaginamos.

Imagen de Gerd Altmann de Pixabay

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